lunes, 15 de marzo de 2010

LAS 1001 MENTIRAS EN EL PEDRO E. PAULET

Las 1001 mentiras en la gestión del Colegio Pedro E. Paulet
Hemos perdido esa capacidad de indignación y de asco, de repulsión positiva, ante la farsa y el cinismo.
“Se requieren siete mentiras más, aparte de la primera, para acercarse ligeramente a un falseamiento óptimo de la verdad” esta frase de Martín Lutero, cuya precisión es tan fútil como absurda, se adecúa a lo que vivimos mientras escuchamos a director patinando al leer su memoria ante el público que asistió a la clausura del año escolar 2009. ¿Ocho mentiras hacen el 10% de una verdad?
Algo así pensaba también el astuto de Joseph Goebbels, el ministro encargado de la propaganda de Adolf Hitler, quien solía decir que una mentira repetida mil veces se convierte en una verdad. Si Lutero sancionaba la idea de mentir otras siete veces para sostener la primera; Goebbels, por el contrario, estimulaba la repetición de una mentira en un eco casi infinito para darle cierta pátina de veracidad a una falacia. ¿Mil y una mentiras pueden construir entonces la realidad?
“Somos el mejor colegio porque nos hemos traído todos los gallardetes de primeros puestos en los desfiles”, “Somos el mejor colegio porque hemos organizado el concurso de matemáticas” ( pero ni siquiera aparecemos en el quinto lugar) “Somos el mejor colegio porque hemos ocupado el primer lugar en religión” ( y nuestros alumnos no saben ni siquiera rezar el padre nuestro). “Somos el mejor colegio porque tenemos la mejor infraestructura a nivel de todos los colegios”( y nuestros alumnos estudian en aulas prefabricadas, que parecen gallineros y los servicios higiénicos son pestilentes). “Somos el mejor colegio” el asunto es que nos descalifican porque nos tienen miedo y envidia”. Somos el mejor colegio porque en el futuro tendremos empresas y seremos empresarios”. “Somos el mejor colegio, el asunto es que existen algunos padres de familia y profesores que nos quieren hacer daño”. Todas estas mentira se delatan cuando observamos lo que ocurre en el día a día, en esta institución; robos permanentes a diferentes talleres y ambientes, la falta de voluntad (o la ignorancia) para liderar la formulación de los instrumentos de gestión elementales (PEI, PCI, REI, ETC), la falta de capacidad de quien dirige nuestra institución para concertar opiniones e intereses, las mismas que hacen que muchos padres y alumno se den cuenta y se trasladen a otros instituciones.
Todas estas mentiras se han ido repitiendo por 20 años y algunos integrantes de la comunidad educativa (autoridades, padres de familia, profesores) se los han creído.
Una mentira es siempre, inextinguiblemente, una mentira, a pesar de que sea secreta, de que se disfrace, de que se mimetiza con el entorno. como sostiene el filósofo austriaco Aurel Kolnai? En sociedades de democracias precarias los políticos hacen uso de esa delicada línea entre lo falso y lo verdadero para convertirla en un borde borroso y mugriento. Sucede que moralmente no nos choca la mentira porque nos hemos acostumbrado a ella, como el esclavo se acostumbra al cepo cuando ha dejado de soñar con la libertad. Los políticos se dicen y contradicen y se desdicen, para luego, frente a las luces y las cámaras, reafirmar lo contrario o lo que no se dijo al principio. No es cantinflesco, es obsceno.
La obscenidad y la mendacidad son parientes cercanos. Cuando alguien dice algo completamente falso sin conmoverse internamente, sin darse cuenta de aquello que le da a la mentira su nota de asquerosidad, es porque ha llegado a un cierto estado de des-humanización. Cuando uno no percibe a un gusano escurridizo y sinuoso –como lo es una falsedad– entonces se está mimetizando en un gusano; cuando uno no percibe la mendacidad de un político, entonces debería levantar la guardia.
Todos los que trabajamos convivimos en ella, sabemos que nada de lo que el director de la I.E Pedro Paulet dice cambia, la profunda crisis interna en el que se debate nuestra institución y cuyos perjudicados inmediatos son nuestros estudiantes y padres de familia
Kolnai sostiene que el receptor de la mentira, al darse cuenta de la misma, debería sentir repulsión: le debería enervar esa sensación de cercanía ante algo contaminado por la falsedad voluntaria. El gran problema del Paulet es que hemos perdido esa capacidad de indignación y de asco, de repulsión positiva, ante los farsantes y los cínicos. ¿Se trata acaso de la docilidad ciudadana ante la estrategia de la propaganda de Goebbels: “miente miente que algo queda”? Si es así Goebbels no murió nunca y se convirtió en “sentido común” en América Latina y en Huacho en el Pedro Paulet especialmente.

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